martes, 18 de mayo de 2010

la clase siguiente al trabajo practico ( en junio) vamos a trabajar la unidad de sexualidad


RESUMEN - Histeria y Sexualidad - Cambios que introduce Freud
RESUMEN - Histeria y Sexualidad - Cambios que introduce Freud
*Breuer inventa dos entidades: la histeria de retención y la histeria hipnoide. “Inventa” porque ninguna de las dos describían observables clínicos, pero permitían observar todo menos lo esencial, a saber: pasaban por alto tanto la represión de la sexualidad enclavada en el síntoma histérico, como la relación de transferencia del paciente con el médico. Freud muestra cautela en relación a las ideas de Breuer. *Freud habla de una entidad nueva: la histeria de defensa. Pero posteriormente la deshecha porque la represión/defensa, no caracteriza para Freud un tipo específico de histeria sino que define a la histeria misma (y posteriormente a las neurosis). Si le sirvió a Freud para oponer a Breuer la idea de que la histeria era el resultado de una defensa, que el paciente producía síntomas y escindía su personalidad psíquica para llevar a cabo el rechazo de ciertas representaciones que se le hacía intolerables: esas representaciones eran de contenido sexual.
Lo segregado del yo tenia q ver con la sexualidad, por eso era segregado traumatico inconciliable*Sólo se trataba del comienzo…Afirmar la etiología sexual de la histeria era un paso de indudable importancia histórica, pero a su vez planteaba problemas. *¿Por qué la sexualidad podría tornarse intolerable y producir efectos patógenos? ¿Qué es lo que hace que lo reprimido deba ser reprimido? Lo que el sujeto reprime, es que tratándose de cosas sexuales tiene que arreglárselas solo: ni la pulsión le facilita la determinación del objeto, ni hay Saber del objeto que la pulsión podría determinar.*En relación a la sexualidad se plantean dos preguntas fundamentales:1 que es la sexualidad en psicoanálisis?2 Por que la sexualidad es traumática?1 La sexualidad no es la genitalidad. Ni el objeto de la sexualidad es el otro sexo, ni la meta la reproducción.Esta idea, se encuentra en la primera página de los Tres Ensayos. Dice allí Freud: “El hecho de la existencia de necesidades sexuales en el hombre y el animal es expresado en la biología mediante el supuesto de una «pulsión sexual». En eso se procede por analogía con la pulsión de nutrición: el hambre. El lenguaje popular carece de una designación equivalente a la palabra «hambre»; la ciencia usa para ello «libido». (Nota agregada en 1910: la única palabra adecuada en lengua alemana, “Lust” (placer, gana) es por desgracia multívoca, ya que designa tanto la sensación de la necesidad como la de la satisfacción). La opinión popular tiene representaciones bien precisas acerca de la naturaleza y las propiedades de esta pulsión sexual. Faltaría en la infancia, advendría en la época de la pubertad y en conexión con el proceso de maduración que sobreviene en ella, se exteriorizaría en las manifestaciones de atracción irrefrenable que un sexo ejerce sobre el otro, y su meta sería la unión sexual o, al menos, las acciones que apuntan en esa dirección. Pero tenemos pleno fundamento para discernir en esas indicaciones un reflejo o copia muy infiel de la realidad; y si las miramos más de cerca, las vemos plagadas de errores, imprecisiones y conclusiones apresuradas. Introduzcamos dos términos: llamamos objeto sexual a la persona de la que parte la atracción sexual, y meta sexual a la acción hacia la cual esfuerza la pulsión. Si tal hacemos, la experiencia espigada científicamente nos muestra la existencia de numerosas desviaciones respecto de ambos, el objeto sexual y la meta sexual, desviaciones cuya relación con la norma supuesta exige una indagación a fondo.”*Esto representa un verdadero vuelco histórico: se va a pique la idea del niño inocente y del adulto normal. Lo que primero va a mostrar Freud es que no es cierto que durante la vida infantil no hay sexualidad. Sino más bien lo contrario, ya que a los 5 años, en la teoría freudiana, el niño ya tiene determinada su estructura sexual, y la que irrumpirá en la pubertad no será distinta de la estructura ya constituida en la primera infancia. Pero además, que la relación que une al sujeto con sus objetos es bien lábil, que el objeto es lo que más puede variar, lo que el sujeto más puede cambiar, y también que el fin buscado puede ser otro y distinto al del coito normal.*En tiempos de Freud, existían ya tratados sobre la sexualidad. Por ejemplo, la famosa Psicopatía Sexualis de Kraft-Ebing o los trabajos de Havelock Ellis. Pero en aquellos textos, no se hacía más que describir los infinitos tipos de perversiones. Eran descripciones, realizadas desde afuera, las perversiones mismas no adquirían gracias a eso, más allá del escándalo de su existencia, ningún interés. Las perversiones en aquellos textos pertenecen todavía al campo de la patogenia incomprensible. Es bien distinto lo que ocurre en el discurso freudiano.*La indagación de las perversiones sexuales, le sirve a Freud para la constitución de su propio campo de conceptos. Veamos esto en detalle en una cita de Tres ensayos…:“en la base de las perversiones hay en todos los casos algo innato, pero algo que es innato en todos los hombres, por más que su intensidad fluctúe y pueda con el tiempo ser realzada por influencias vitales. Se trata de unas raíces innatas de la pulsión sexual, dadas en la constitución misma, que en una serie de casos (perversiones) sé desarrollan hasta convertirse en los portadores reales de la actividad sexual, otras veces experimentan una sofocación (represión) insuficiente, a raíz de lo cual pueden atraer a sí mediante un rodeo, en calidad de síntomas patológicos, una parte considerable de la energía sexual, mientras que en los casos más favorecidos, situados entre ambos extremos, permiten, gracias a una restricción eficaz y a algún otro procesamiento, la génesis de la vida sexual llamada normal. Pero hemos de decirnos, también, que esa presunta constitución que exhibe los gérmenes de todas las perversiones sólo podrá rastrearse en el niño, aunque en él todas las pulsiones puedan emerger únicamente con intensidad moderada. Vislumbramos así una fórmula: los neuróticos han conservado el estado infantil de su sexualidad o han sido remitidos a él. De ese modo, nuestro interés se dirige a la vida sexual del niño; estudiaremos el juego de influencias en virtud del cual el proceso de desarrollo de la sexualidad infantil desemboca en la perversión, en la neurosis o en la vida sexual normal.”*Surge así el concepto de “pulsión”, que Freud distingue del instinto animal. La pulsión (alemán: Trieb) tiene para él como característica fundamental la labilidad de eso que la liga al objeto (a diferencia del instinto animal). Si se acepta este concepto, ya no es tan fácil definir qué es un coito o de que se tratan las “relaciones sexuales”.*Por qué es lo mas variable el objeto? porque no hay un sujeto ligado a un objeto predeterminado, como si lo hay en los animales, en el instinto donde ya hay un saber hacer del instinto. Cada especie hace lo que tiene que hacer para el fin de la reproducción.*El ser hablante, al entrar a un mundo de lenguaje pierde la naturalidad. No hay nada natural en el hombre que esta condicionado por la arbitrariedad del signo, esta sujeto a esto, no al instinto. Por entrar al mundo del lenguaje se pierde la cosa, solo hay marcas, huellas en el aparato y ya hay “un menú”, ya no existe un alimento para el hambre, es un hambre de signos, no hay épocas de celo, etc.Sobre el sexo no hay saber, y es por esto mismo que la sexualidad es traumática.2 La sexualidad es traumática porque hay algo imposible en relación a ella y que no tiene representación.No hay prevención del trauma porque el trauma es estructural.En Freud hay un pasaje de las escenas sexuales infantiles traumáticas al infantilismo y traumatismo de la sexualidad humana.El campo del psicoanálisis es distinto al del Saber de todos los días sobre el sexo: no porque el psicoanalista sepa más, sino porque separa el sexo del Saber. El psicoanálisis entonces no es una “sexología”. Si los sexólogos tuvieran razón, el psicoanálisis no existiría, puesto que no habría histéricos, ni obsesivos, ni fóbicos: la gente no se enferma porque ignora las reglas biológicas, sino porque hay algo bien enigmático en el sexo. Si la sexualidad ha de ser reprimida, como mostró Freud, la culpa no reside en la sexualidad misma, sino en lo que contiene de enigmático (un enigma no es un ininteligible, sino algo que plantea una cuestión y exige una respuesta). Cuando se reprime es porque no se quiere saber nada de algo que exige ser reconocido. Ahora bien, lo que aquí exige ser reconocido es que no hay Saber…unido al sexo.*La Pulsión como medida de exigencia de trabajo para la vida anímica.*La represión se da no porque algo sea moralmente inaceptable sino por la conexión entre representaciones que refiere al trauma.*Si la sexualidad ha de ser reprimida, como mostró Freud, la culpa no reside en la sexualidad misma, sino en lo que contiene de enigmático (un enigma no es un ininteligible, sino algo que plantea una cuestión y exige una respuesta). Cuando se reprime es porque no se quiere saber nada de algo que exige ser reconocido. Ahora bien, lo que aquí exige ser reconocido es que no hay Saber…unido al sexo.*Sexualidad y muerte sólo por medio del otro semejante tienen representación. No me puedo representar mi propia sexualidad ni mi propia muerte. Por eso Lacan afirma “la muerte, es un muerto”.*También va en contra de la idea de destino, en el sentido de “la media naranja”. Recordemos que esta idea surge en El Banquete de Platón, del discurso que da Aristófanes:“Aristófanes recurre a un mito antropogénico para explicar la naturaleza del amor y las diferentes modalidades de la sexualidad, seguida de una moraleja que contiene un llamamiento a la piedad. Por su soberbia, aquellos seres dobles antecedentes de los hombres actuales, sobre cuya forma esférica es inútil discutir, fueron cortados en Zeus en dos partes. Si los hombres perseveraran en la impiedad, corren el peligro de ser cortados de nuevo en dos mitades; si son piadosos, los dioses los recompensarán permitiéndoles encontrar su mitad perdida. El amor no es sino un deseo de encontrarla y fundirse en un solo ser con ella"El psicoanálisis «Silvestre» - 1910 (Sigmund Freud)Hace algunos días acudió a mi consulta, acompañada de una amiga, una señora que se quejaba de padecer estados de angustia. La enferma pasaba de los cuarenta y cinco años, pero aparecía bien conservada y se veía claramente que no había perdido aún su femineidad. Los estados de angustia habían surgido como consecuencia de su separación del marido, pero se habían hecho considerablemente más intensos desde que un médico joven al que hubo de consultar le había explicado que la causa de su angustia era de necesidad sexual. No podía prescindir del comercio masculino, y para recobrar la salud había de recurrir a una de las tres soluciones siguientes: reconciliarse con su marido, tomar un amante o satisfacerse por sí misma.Esta opinión del médico había desvanecido en la paciente toda esperanza de curación, pues no quería reanudar su vida conyugal, y los otros dos medios repugnaban a su moral y a su religiosidad. El médico le había dicho que su diagnóstico se fundaba en mis descubrimientos científicos, y acudía a mí para que lo confirmase definitivamente. La amiga que venía acompañándola, una señora de más edad y aspecto poco saludable, me rogó que rebatiese la opinión de mi joven colega, seguramente errónea, pues, por su parte, había enviudado muchos años atrás y había podido conservarse irreprochablemente sin padecer su angustia. Sin detenerme a describir la difícil situación en que me colocó esta visita, pasaré directamente a examinar y aclarar la conducta del colega que me había enviado a la enferma. ….El médico habría desconocido o interpretado mal toda una serie de doctrinas científicas del psicoanálisis, mostrando con ello haber avanzado muy poco en la comprensión de su naturaleza y sus fines. Comencemos por examinar los errores científicos. Los consejos del médico revelan su concepto de la «vida sexual», concepto que coincide exactamente con el más vulgar, en el cual sólo se entiende por necesidad sexual la necesidad del coito o de actos análogos que provoquen el orgasmo y la eyaculación de materias sexuales. Pero el médico no podría ignorar que precisamente se suele hacer al psicoanálisis el reproche de extender el concepto de lo sexual mucho más allá de sus límites corrientes. El hecho en sí es cierto, y no hemos de entrar aquí a discutir si está justificado convertirlo en un reproche. El concepto de lo sexual comprende en psicoanálisis mucho más. Esta extensión se justifica genéticamente.Sabemos también, hace ya mucho tiempo, que, dado un comercio sexual normal, puede existir, sin embargo, una insatisfacción anímica con todas sus consecuencias, y en nuestra labor terapéutica tenemos siempre presente que por medio del coito u otros actos sexuales no puede derivarse muchas veces más que una pequeña parte de las tendencias sexuales insatisfechas, cuyas satisfacciones sustitutivas combatimos bajo la forma de síntomas nerviosos. Aquellos que no comparten esta afirmación psicoanalítica no tienen derecho a referirse a las doctrinas del psicoanálisis sobre la significación etiológica de la sexualidad.¿Cree acaso el médico que una mujer de más de cuarenta años ignora que puede tomar un amante? ¿O tiene, quizá, tan alta idea de su influencia que opina que sin su visto bueno no se decidiría a dar tal paso?Llegamos ahora a los errores técnicos que nos descubre la conducta del médico en este caso. Hace ya mucho tiempo que se ha superado la idea, basada en una apariencia puramente superficial, de que el enfermo sufre a consecuencia de una especie de ignorancia, y que cuando se pone fin a la misma, comunicándole determinados datos sobre las relaciones causales de su enfermedad con su vida y sobre sus experiencias infantiles, etc., no tiene más remedio que curar. El factor patógeno no es la ignorancia misma, sino las resistencias internas de las cuales depende, que la han provocado y la hacen perdurar. La labor de la terapia es precisamente combatir estas resistencias. La comunicación de aquello que el enfermo ignora, por haberlo reprimido, no es más que una de las preparaciones necesarias para la terapia. Si el conocimiento de lo inconsciente fuera tan importante como suponen los profanos, los enfermos se curarían sólo con leer unos cuantos libros o asistir a algunas conferencias. Pero semejantes medidas ejercerán sobre los síntomas patológicos nerviosos la misma influencia que sobre el hambre, en tiempos de escasez, una distribución general de menús bellamente impresos en cartulina. Esta comparación puede aún llevarse más allá, pues la comunicación de lo inconsciente al enfermo tiene siempre por consecuencia una agudización de su conflicto y una agravación de sus dolencias.PULSION E INSTINTO

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