viernes, 15 de octubre de 2010

caso de psicosis puerperal


Pasemos al caso. El desencadenamiento de la psicosis de la Sra. P, se había producido seis meses después del nacimiento de su hijo, cuando ella contaba con 23 años, desarrollando un delirio de persecución.
Sus antecedentes clínicos eran normales, salvo una depresión pasajera que sufrió a los 20 años con obnubilación del juicio. La paciente recuerda que tuvo meses de desgano y que no sabía muy bien cómo ordenar sus pensamientos. Esto es un primer brote, una prepsicosis, recordado por la paciente como una depresión pasajera.
Después del nacimiento de su hijo empezó a presentar ideas extrañas, y a mostrarse reservada y desconfiada, rehuyendo del trato de quienes la rodeaban, especialmente de las hermanas de su marido. También se quejaba de que en el pueblo donde vivía, los vecinos comenzaron a mostrarse de manera descortés y desconsiderada, y que la miraban mal cuando transitaba por la calle.
Siguiendo a este Freud esquemático en estos momentos, el síntoma primario de la paranoia es la desconfianza en el otro. No hay todavía alucinaciones ni delirio. El sujeto se muestra muy desconfiado, suceptible y reservado. Cree que lo miran mal y que murmuran en su contra. Pero además, y tal como suele acontecer en la paranoia, la desconfianza de la Sra. P fue aumentando gradualmente en intensidad, aunque siempre se mantuvo indefinida. Hay una cierta vaguedad en el relato: que difaman contra ella, pero ignora quién es el autor, y tampoco puede emitir precisiones acerca del contenido de las ofensas dirigidas hacia ella; hasta que en determinado momento, se le impone que todos, tanto parientes como amigos, vecinos, conspiran en su contra. Asoma aquí lo que Freud llama los síntomas secundarios de la defensa, constituidos por alucinaciones y que aparecen bajo la forma de quejas a raíz de ser continuamente observada, a los que más tarde se agregará la penosa sensación de que le leen los pensamientos.
Esta sensación de ser espíada se acentuaba por las noches en el momento de desnudarse, lo que la conduce a tomar todo tipo de medidas de defensa frente a esa mirada que la persigue, como las de meterse en su cama en la oscuridad o bañarse vestida. Freud señala que esto es un retorno de lo reprimido bajo la forma de alucinación visual. No se trata de una creencia al modo de: "me parece que me están espiando", sino de una certeza: "me espían". Por aquel entonces, la paciente ya rehuía del trato con todo miembro de la familia; permanecía largos períodos encerrada en su habitación y casi no se alimentaba. Su familia, de acuerdo con un procedimiento típico de la época, la lleva a un balneario, la tan mentada cura de aguas termales; pero el resultado fue indeseable, los síntomas se le agravaron.
En la primavera anterior, se habían registrado otros síntomas. En un momento dado, en presencia de la mucama, había sentido una presión en la zona genital. Atribuyó esta sensación a que la mucama estaba teniendo ciertos pensamientos indecorosos en relación a ella. Puede avizorarse aquí, cierto componente homosexual en la paranoia. Es esta una alucinación cenestésica, ya no se trata de una mirada que la toma como objeto, sino de un Otro suceptible de atravesar campos perceptuales. Si bien advierte que la criada no la está tocando, sin embargo siente la presión en los genitales como si esto aconteciera.
La sensación se vuelve cada vez más frecuente y comienza a percibir imágenes de desnudos femeninos que la espantaban. Más precisamente, se trataba de alucinaciones de genitales femeninos que se fueron orientando hacia pubis infantiles; estableciéndose paulatinamente un cierto circuito asociativo entre ambos tipos de alucinaciones. Su estado se agrava. Escuchaba voces neutras, al principio, que describían sus acciones: "Es la Sra. P, ahora está caminando... ¿adónde va?". Con el tiempo se fueron tornando en voces más bien agresivas bajo la forma de amenazas, ofensas y reproches. En esa situación la llevan al Dr. Freud.
Freud reúne todo este material y afirma que estamos ante una forma frecuente de paranoia crónica, y agrega que la toma en tratamiento porque no detectó "la presencia de delirios interpretadores de alucinaciones". Claramente para Freud existe una chance de tratamiento si todavía no aparecieron los delirios. Por lo menos para Freud de estos momentos, una vez que el delirio hace su aparición en la psicosis se instala de modo indeclinable. Podría decirse que el sujeto paranoico no cambia su interpretación delirante por la interpretación que le viene del otro.
A Freud le llama la atención una conducta iterativa de la paciente, se trataba de recurrentes llamados al hermano. Los llamados no cesaban aún cuando ya había rehuído de todo trato social. Freud, siempre atento a los detalles que en general son desdeñados por la Psiquiatría, se pregunta: ¿Por qué la paciente convoca al hermano y lo deja ir? Esta cuestión recién podrá comprenderla cuando analice el caso en su completud.
Siguiendo el método catártico ideado por Breuer, Freud comprueba que la paciente veía y escuchaba alucinatoriamente el contenido de su propio inconsciente. Pero a diferencia del neurótico que recordará o hará un síntoma, la defensa en la psicosis actúa de un modo distinto: ubica afuera - mediante proyección - lo que debería estar adentro. Si en el inconsciente se inscriben huellas de percepción y la paciente proyecta y luego alucina con que la miran desnuda, ésto realmente aconteció, dirá Freud; es decir, está en su inconsciente, sólo que no lo vive como recuerdo - como en la neurosis - sino como alucinación.
Siguiendo un impecable esquema explicativo, Freud señala que las primeras alucinaciones acontecieron después de haber visto realmente mujeres denudas (las “bildungen” como ella las llama) en el balneario de aguas termales. Con lo cual, si esas alucinaciones están relacionadas con percepciones reales, todas las alucinaciones seguramente están a percepciones reales, aun cuando hayan ocurrido hace mucho tiempo.
Freud le pregunta qué le había pasado cuando vio mujeres desnudas en la cura de aguas, y ella responde que esas imágenes le habían despertado gran interés. Agrega que esto le ocasionó vergüenza ajena y, además, vergüenza por su propia desnudez. Freud considera a la vergüenza una defensa, deduce entonces que debe haber existido, si bien fue reprimido, algún momento en que la paciente fue vista desnuda y le causó vergüenza. Hasta aquí el mecanismo psíquico se asemeja al de la neurosis, la diferencia radica en la presencia de las alucinaciones. Le pide asociaciones a la paciente, y ella reproduce regresivamente una serie de situaciones de desnudez en las que sintió vergüenza.
A los 17 años fue revisada por un médico y también sintió vergüenza por estar desnuda delante de la madre, del médico y de su hermana. El último que relata es de los 6 años, cuando la paciente y su hermano se mostraban frecuentemente sus respectivas desnudeces antes de dormirse; pero sin haber experimentado ningún sentimiento de vergüenza, o sea que ésta es una formación posterior. Asoma aquí cierta ligadura de la enfermedad en relación a lo incestuoso; no vivido como tal en ese momento, sino como un juego de niños. Después de superadas ciertas resistencias, la paciente relata que ésto ocurría todas las noches, y agrega que no sólo se miraban sino que se tocaban. Esta explicación, dice Freud, aclara porqué ella sentía que la espiaban cuando se desnudaba al acostarse. La presión sobre los genitales realmente había acontecido. Era un fragmento del inconsciente pero que afloraba en el aquí y ahora. Llegado a este punto, Freud descifra su delirio de ser observada como una suplencia, una compensación, de esta ausencia de vergüenza en las escenas con el hermano. Es decir que la omisión del conflicto sexual infantil es postulado como el gérmen de la neurosis infantil.
El desencadenamiento de la enfermedad había coincidido con una pelea entre el marido y su hermano. Un problema familiar ligado a temas económicos, a causa de este motivo su hermano no volvió a poner los pies en su casa. A partir de entonces ella tenía una conducta muy peculiar: solía citar a su hermano, al que encontraba a faltar mucho y cuando se veían no tenía nada que decirle. Su explicación de este comportamiento era que pensaba que su hermano comprendía sus sufrimientos con sólo mirarla, ya que sabía la causa de los mismos.
También, al comienzo de la enfermedad, aparece una frase de una cuñada que ella sintió como un vivo reproche, y a partir de allí tuvo el convencimiento de ser despreciada por todo el mundo. La frase era: "En toda familia pasan cosas que deben ocultarse. Pero si a mí me ocurriera algo semejante, no haría ningún drama”. Esta frase, según Freud, activó el recuerdo infantil reprochable. La paranoia reposa en un error de interpretación, la paciente le da a la frase un sentido autorreferencial. A diferencia de la culpa tan distintiva del obsesivo, el sujeto paranoico no se lleva bien con el autorreproche, es raro que se acuse a sí mismo, tiende a acusar al otro. El autorreproche se convierte en alucinación y se convierte en un reproche al otro.
Freud, en primer lugar entonces, analiza las voces diciendo que éstas se imponen en la paciente a causa de un fracaso de la defensa. Es decir, la paciente quiso ahorrarse un reproche y, más tarde, será este reproche el que retorne sin haber cambiado de forma.
Queda explicada la conducta con el hermano: ella lo hacía venir porque era el único que podía saber porqué sufría ella. La paciente le dice a Freud : "El era el único que podía entender lo que me pasaba". Es decir, el único que sabía la etiología de su enfermedad.
Al final del texto, la pregunta es ¿qué diferencia hay entre la defensa en la paranoia y en la neurosis obsesiva? Freud responde diciendo que en la paranoia, el reproche está reprimido por medio de una proyección, a partir de la cual se constituye un síntoma de defensa: desconfianza hacia los demás. En dicho proceso, el reconocimiento se sustrae al reproche, sustracción que implica la introducción de una falla. Estos reproches retornan, luego, como ideas delirantes, precisamente porque falta una protección contra los mismos.
Por vía del compromiso en la formación del síntoma, las ideas delirantes sufren un desplazamiento y entran en la conciencia. Aquí, Freud subraya que dichas ideas delirantes implican luego un trabajo del pensamiento del yo para que puedan ser aceptadas por la conciencia, pero como no son influenciables, es preciso que el yo se adapte.
Es preciso diferenciar idea delirante de delirio sistematizado. En el caso de la Sra. P, un ejemplo de idea delirante es la sensación de que le presionan los genitales porque la criada tiene pensamientos inapropiados.
El delirio sistematizado, en cambio, es una sistematización del mundo. Se trata aquí de un enlace entre muchas ideas delirantes. Aparece un sentido general y universal en el delirio; no es tan sólo una idea sino una organización del mundo: "Me persiguen porque Dios me ha elegido en esta tarea de salvar a la humanidad", es una trama delirante. Nunca el delirio sistematizado aparece al comienzo de la enfermedad. Podríamos pensar que es el síntoma terciario de la la formación paranoica. Freud lo habrá de llamar síntoma de sometimiento del yo. Toma la idea de “modificación del yo” que se encuentra en el tratado de Griesinger quien sostiene que el yo del psicótico se va asimilando al delirio. Después tomará otro matiz: será un delirio persecutorio, una megalomanía o una erotomanía, conforme a cómo se asimile el yo al sistema delirante.
Rosa Aksenchuk
NOTAS:
[1] Freud, Sigmund. OC. Vol 14. Contribución a la historia del movimiento psicoanalítico. 1914
[2] Freud, Sigmund. OC. Vol 3. Nuevas puntualizaciones sobre las neuropsicosis de defensa. 1896
[*] Lic. Rosa Aksenchuk

3 comentarios:

  1. Cual o cuales serian los signos clinicos de esta psicosis clasificada como puerperal? El solo hecho de haberse desencadenado 6 meses posteriores al parto no la relacionan directamente con la maternidad de la paciente. El analisis de Freud revela otras cuestiones.

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  2. Al leer el caso de la Señora P. en "nuevas puntualizaciones(...)" de 1896, ciertas cosas no me cerraron como un caso de paranoia, más bien pareciera confundirse con una N.O, aunque al final del texto lo aclara. Me quedo esa sensación de ser un caso muy confundible, más allá que aclara el mecanismo de Proyección propio en la paranoia.

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  3. Al leer el caso de la Señora P. en "nuevas puntualizaciones(...)" de 1896, ciertas cosas no me cerraron como un caso de paranoia, más bien pareciera confundirse con una N.O, aunque al final del texto lo aclara. Me quedo esa sensación de ser un caso muy confundible, más allá que aclara el mecanismo de Proyección propio en la paranoia.

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